Lo que pasa cuando una embarazada se hace inquebrantable

Labor de parto en casita Fotografía Gabriel Valencia

Labor de parto en casita
Fotografía Gabriel Valencia

Al contrario de lo que muchos piensan, la fortaleza de una mujer es increíble. La capacidad de formar un bebé dentro de ti, y cargar con el peso extra que provoca caminar como un pingüino (sin dejar de mencionar la fatiga y malestar que le causa a algunas) por un tiempo de más o menos 40 semanas, es de fuertes.

Poniendo aparte cualquier condición especial donde el doctor lo prohíba, descubrir que la mujer embarazada es capaz de bailar, manejar, hacer squats, y tener una rutina de ejercicios normal, me confirmó que somos verdaderamente impresionantes.

En mi caso mi embarazo pasó más rápido de lo que esperaba, ayudó mucho que pude mantenerme trabajando en la post producción de mi película “Un 4to de Josue”, entrenando en el gym, cocinando mis platos favoritos, y limpiando mi casa como de costumbre (bueno, en realidad limpiando un poquitín más de lo normal, me cogió con ser Monica de Friends durante la barriga) … Fue un periodo lleno de emociones y expectativa, curiosa de saber si sería Martin o Mar quien nacería, ya que no quise saber el género del bebé hasta el final, un reto verdaderamente difícil cada vez que me hacía una sonografía.

Mi plan de parto aprobado por mi doctor/a era mantenerme activa, hacer ejercicio durante todo el embarazo para disminuir las probabilidades de requerir una cesárea, crear resistencia para soportar el parto, y tener una recuperación mucho más rápida. Sabiendo que en última instancia, en caso de que surgiera una emergencia y necesitara una cesárea, experimentar el nacimiento y luego abrazar a mi bebé que creció en mi cuerpo todos esos meses iba a ser hermoso de todas formas. Pero mi preferencia era esperar que naturalmente mi bebé decidiera cuando estaba listo para nacer, y dejar que la naturaleza siguiera su curso, sin inducción.

Cuando cumplí 38 semanas fui a un chequeo de rutina, y a pesar de contar con un resultado óptimo (10/10) en mi perfil biofísico fetal (prueba que se realiza para saber si bebé está bien) mi doctor/a me dijo que "necesitaría una cesárea de emergencia al día siguiente”. ¿Qué? Primero, si es una emergencia, ¿por qué debo esperar al día siguiente? Si el bebé realmente estaba en peligro me estarían admitiendo de inmediato, ¿no? Algo dentro de mí me decía que la razón por la cual me quería hacer cesárea no era una urgencia.

Salí del consultorio volando, asustada, y afligida. Llamé de inmediato a mi querida doula de parto Sary, quien con toda la dulzura del mundo me abrió los ojos y me explicó que una de las explicaciones más comunes que las mujeres reciben de por qué necesitan una cesárea es la frecuencia cardíaca del bebé, en algunos casos algunos médicos y enfermeras no les gusta cómo se ve el trazado del corazón fetal, y estudios muestran que la correlación entre las tiras de aspecto dudoso y los bebés nacidos por cesárea que estaban realmente en peligro tiene una tasa de error del 99%. Es decir, 99% del tiempo esos bebés están bien. El ritmo cardíaco normal del feto varía entre 120 y 160 latidos por minuto. Se habla de bradicardia fetal si el ritmo de base desciende por debajo de los 100 latidos por minuto durante más de 10 minutos, y de taquicardia fetal si está por encima de los 160 latidos durante por lo menos 10 minutos. El ritmo cardiaco de mi bebé se mantuvo entre 120 y 160, ese día tenía una basal de 120/117 pero fui monitoreada por solo unos minutos y ese fue el motivo que me dieron para hacerme cesárea, aún con una basal entre 120 y 160 en mi monitorización fetal reciente.

Tuve una corazonada, y recomendada por mi profesora de yoga prenatal consulté con otra doctora, quien resultó ser maravillosa, y mi salvadora. Me calmó y brindó apoyo, asegurándome que todo estaba bien y que todo iba a salir bien, y así fue, 10 días después nació mi beba de parto natural sin inducción ni anestesia. Hice más de 24 horas de labor de parto en casa junto a Sary, usé mi pelota de yoga para hacer ejercicios durante mis contracciones, que me ayudaba a no solo aumentar centímetros de apertura, también a aguantar el dolor. Fue muy lindo hacer la mayor parte de mi labor en mi hogar, me sentía cómoda y pude compartir con mi perrita Brisa un rato, lo cual sentí que ayudaba el proceso. Con 8 centímetros partimos al hospital a las 2AM, y allí luego de múltiples cuclillas para abrir esos últimos 2 centímetros, el amor de mi coach (mi media naranja Gabriel jajaja) quien literalmente parió conmigo porque sus palabras de aliento no faltaron, hasta puso música para bailar conmigo, y entre él y mi doula me brindaron soporte físico sosteniéndome uno de cada lado para dar a luz en posición de cuclillas encima de la cama. Una bella locura, así nació Mar, una hermosura de 8 libras y media, con 51 centímetros.

Aunque cambiar de médico fue una situación difícil, ya que pienso que sus intesiones no eran malas y le tenía mucho cariño a esa doctor/a, me mantuve firme y no perdí de enfoque la forma en la que quería traer a mi bebé al mundo dentro de las posibilidades. Solo una emergencia iba a frenar el tipo de parto que quería tener. Mis pasadas experiencias me enseñaron a no quedarme brazos cruzados cuando algo me parece irrazonable. Y dar a luz es un proceso completamente natural, a menos que las circunstancias amenacen contra la salud del bebé o la madre y lo vuelvan un procedimiento medico. La forma en que una mujer da a luz no la hace más o menos madre, lo importante es que, fuera de cualquier riesgo, sea ella quien decida como quiere traer a su bebé al mundo.

Horas finales de labor de parto en hospital. Fotografía Gabriel Valencia

Horas finales de labor de parto en hospital.
Fotografía Gabriel Valencia

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